¿Qué es una startup?
Para responder a esta pregunta es importante que conozcas que existe otra forma de sobrevivir al mercado.
El de las empresas tradicionales.
Este consiste en un lento crecimiento que permite sentar las bases de un negocio y elevar las ganancias paulatinamente.
Pero los que escogen una startup siguen una estrategia diferente.
Por eso, se trata de un emprendimiento que busca un rápido crecimiento en el mercado a partir de una base tecnológica e ideas de negocio innovadoras.
Las características de una startup
No solo el rápido crecimiento es una de las características más llamativas de las startups, existen otras cinco que las comprenden.
Si estás pensando en lanzarte a montar una, entonces deberías quedarte a leer lo que tenemos que decirte a continuación:
- Requieren una idea innovadora
- Basa sus operaciones en el uso de herramientas tecnológica
- Apuesta por el crecimiento acelerado
- Es un negocio altamente adaptable
- Tiene un alto nivel de riesgo
Vamos a verlas una a una.
1. Requiere una idea innovadora
Sin innovación, no hay startup.
Es una máxima.
Ofrecer soluciones nuevas o aprovechar los recursos tecnológicos para reinventar una oferta existente es una característica esencial.
Muchas veces, las startups que más beneficios generan son aquellas que hasta han sido capaces de generar una necesidad en el mercado.
Podemos ver ejemplos como lo son Airbnb o Netflix. Ambos crearon un nuevo nicho de mercado y lograron posicionar una idea única como su idea de negocio.
2. Basa sus operaciones en el uso de herramientas tecnológicas
Aprovechar las tecnologías de la información y la comunicación como herramienta para responder a las necesidades actuales del mercado y llegar a más gente.
Permiten gestar, desarrollar y hacer funcionar una startup.
El motivo está claro: se encuentran siempre en constante cambio. Así que los negocios deben adaptarse a ellas.
Además, las startups parten del objetivo de alcanzar amplias audiencias, así que los canales de comunicación y venta masivos son imprescindibles.
3. Apuesta por el crecimiento acelerado
Mientras que en los negocios tradicionales se invierten grandes sumas de dinero para conseguir el proceso de crecimiento lento y orgánico, las startups prefieren tomar otro camino.
El de demostrar que su negocio es rentable para atraer inversores que apuesten por él.
Así es como empiezan a lo grande y esperan extenderse rápidamente por diferentes territorios y mercados.
4. Es un negocio altamente adaptable
La materia prima de una startup son sus ideas.
Por eso, este tipo de proyectos se generan gracias a expertos que buscan una alternativa empresarial a su vida profesional.
Así pues, las ideas con las que trabajan están siempre en construcción y reformulación.
Y como están condicionadas a una evolución tecnológica, siempre están dispuestas a modificar sus objetivos, su metodología y hasta su modelo de negocio a lo largo de su desarrollo.
Por lo que si eres de ideas fijas… tal vez esto no te guste demasiado.
5. Tiene un alto nivel de riesgo
En todas partes, crear una empresa conlleva un riesgo financiero.
Las ideas pueden parecer buenas sobre el papel, pero después nos damos cuenta en la vida real de que no funcionan.
Esto suele ocurrir con las startups por dos motivos:
- No tienen un público comercial muy bien definido.
- Su carácter innovador no les permite poner a prueba sus ideas en el mercado real.
Al contrario de lo que ocurre con los negocios tradicionales, que cuentan con un índice de éxito del 30%, solo 1 de cada 10 startups logran afianzarse en el mercado.
¿Cuáles son las diferencias entre una startup y una pyme?
Llegados a este punto, tal vez te estés preguntando cuáles son las diferencias más remarcables entre una startup y una PYME.
Así que, vamos a verlas:
Los objetivos
Al contrario que una startup, una PYME busca afianzar su presencia en el mercado de manera orgánica.
Aunque pueda aspirar a convertirse en una gran empresa, no siempre es su objetivo primordial.
Muchas pequeñas y medianas empresas solo buscan incidir socialmente sin tener en mente la propuesta de un nuevo modelo de negocios.
Mientras que en la startup siempre se tiene como objetivo último crecer de forma acelerada y capitalizar sus ideas con grandes ganancias a corto plazo.
El mercado
Las PYMES surgen como una respuesta a un problema generalmente local y suelen tener un público altamente delimitado.
Bien por su edad, el territorio en el que se desarrollan o si pertenecen o no a una comunidad.
Mientras tanto, una startup pretende llegar a una audiencia mucho más amplia.
Para lograrlo, crean una necesidad comercial de interés masivo o llevan un servicio a un gran número de consumidores.
La financiación
Como las PYMES nacen por una necesidad comercial de los emprendedores, normalmente se crean a partir del uso de sus propios recursos o mediante la adquisición de créditos.
Cuando no cuentan con demasiado capital, estas pequeñas y medianas empresas se ven comprometidas y tienen un crecimiento más lento.
Por otro lado, los creadores de las startups no necesariamente cuentan con los recusos que se necesitan para llevar sus soluciones al mercado.
Por ello, muchas veces la inversión requerida no depende de ellos, sino de otros inversores o de asistencia financiera que apuesta por el éxito de la idea.
Y, claro, sin el suficiente capital, estas ideas no despegan.
El tamaño
Como te puedes imaginar por su nombre, las pymes son micro, pequeñas y medianas empresas.
Por su número de empleados y nivel de ingresos, representan unidades de negocio menores en el mundo empresarial.
Y, por norma general, su tamaño financiero y organizacional las sitúa dentro de esta categoría.
Mientras tanto, en las startups no existe una correlación entre un elemento y otro.
Pueden tener un número muy reducido de personal y, sin embargo, obtener ganancias millonarias.
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